miércoles, 22 de junio de 2016

DIASPORISMOS

(Paris 1985) Hablar de la actual poesía chilena es decir algo de la poesía en general pues lo chileno, árabe, sudafricano o cualquier identidad cultural o nacional, es solo un instante del poeta. En general la conciencia nacional se ha dado en un período de liberación, a sido reacción al colonialismo, a la ocupación, a una situación revolucionaria o regresiva. Chile ha pasado por casi todos estos períodos. "Lo nacional" generalmente es una causa utilizada oportunistamente por un amplio espectro político. Hay que remarcar que la identidad nacional en nuestro país es más precoz que en otras naciones adolescentes. Nuestra nacional tradición poética, es una de las más importantes de América. El poema épico "La Araucana", el romancero oral que dejaron los conquistadores y que fue desarrollado (y ahora extinguido), una rica lira popular (que habría que recuperar), una historia poética avisada de las vanguardias del siglo 19 hasta llegar al modernismo, ya más independiente e hispanoamericano, demuestran que la poesía chilena es una presencia real e importante. Pero el proceso de identidad o diferencia no excluye en ninguna poesía nacional, influencias exteriores, el intercambio continuo: Neruda descubre muy joven a Tagore y hasta lo plagia, dicen las malas lenguas. Los surrealistas chilenos se carteaban con Breton; Nicanor Parra influencia a los beakniks, o al verres, no sé cómo. Juan Emar se infiltró fácilmente, como Huidobro, en la vanguardia francesa. Entonces lo nacional es solo parte en el proceso de los poetas: el localismo en la poesía lárica de Jorge Teillier o en los poemas de Pablo de Rocka son solo aparentes. De hecho, Teillier es uno de los poetas más traducibles de Chile. Muy “larico” será, pero es universal. Es cierto que existe un fenómeno poético en Chile, la poesía aquí tiene prestigio, levantas una piedra y encuentras un poeta, o levantas una piedra y allí otro poeta. Entonces nos inunda una visión de conjunto. Todo empeño antalogador es antojadizo, es un muestreo de los más mentados y cuando más, una identificación entre cómplices que una serie de encuentros, revistas, talleres, antologías, capillas académicas y de criticocracias. Estas lecturas no logran más que afirmar el carácter endogámico a la vez que disperso de la poesía y de los poetas. Existen algunos intentos serios y muchísimos muy menores, de registrar la producción poética chilena, con referencias obligadas a no más de cinco "clásicos", (dos nóveles) que llegan forzadamente a las voces de los años 6O, que el poeta Waldo Rojas denomina,"promoción emergente", definición ambigua pero que ya liquida el clásico esquema generacional. La "Promocion emergente", apartir de los 60-70, con ya algunos Premios Nacionales, alcanza a ser leída, escuchada y antologada un poco antes de la caída de la Unidad Popular. Esta última debacle implica un silencio momentáneo de los poetas y una posterior emergencia extraordinaria a todo nivel, que niega subterráneamente lo que se llamó en un instante "el apagón cultural", idiotez que se le ocurrió a algún apagado. Los poetas de oficio, se vieron sumergidos por coros de poetas circunstanciales. Se produjo una confusión de criterios tal, que se demoró mucho en limpiarse la paja del trigo, tanto en la producción de la diáspora como en el "exilio interior". Es a partir del 73, con un climax de represión, de censura y autocensura, que se confunden "promociones" en que la causa de la poesía es más importante que la ruptura poética entre una promoción y otra. La poesía fue resistencia por su mera existencia, no solo la poesía declamatoria y circunstancial, sino TODA la poesía. Humildes revistas publican a cientos de poetas no solamente chilenos. Más allá de ese contexto político, el más oscuro de la historia chilena, creo que existe la cuestión que, con toda esta tradición poética tremenda, los aspirantes a vates tienen que continuar, aportar o romper con la tradición. La poesía no se refuta como la ciencia o la filosofia. Pero igual, los parracidios o pablocidios que acontezcan, tienen el techo (cielo) poético de los viejos, muy alto. Más allá de un edipo o anti-edipo poético, los vatecitos de este nuevo siglo, igual si son ignorantes, tienen sobrecarga de referencias, tenemos, pues vivimos en una revolución de las comunicaciones y de trememundas referencias no literarias. A pesar del encadenamiento de "promociones" a partir de los 7O, de la precaria lectura y crítica de poesía en un país de poetas, ya se sospechan rupturas: más allá del sacrosanto historicismo, de lecturas comparativas, de respeto o no a la tradición, es indudable la identificación de obras que se desmarcan del lote. La continuidad de la “poesía chilena” pasa a ser mera convención que acomoda a los antologadores. Una otra lectura tendría que tomar en cuenta los nuevos emergentes culturales o al menos, estar al tanto de la revolución continua que se da en las ciencias sociales, en las ciencias y tecnología, y fundamentalmente en lo audio visual y en la música. Las influencias extra-literarias predominan también en Chile, quizás a partir del vuelo de Gagarin y con la revolución de los nuevos "medias". La sola novedad con respecto a los poetas anteriores, es un cosmopolitismo generalizado en los jóvenes: ya todos salieron de la provincia por diáspora violenta o por conexion con la "aldea global" desde nuestros barrios reprimidos. A excepción de Neruda, Mistral, Huidobro, Juan Emar, otros pocos, los poetas chilenos no han sido cosmopolitas. Neftalí Reyes, fue toda su vida un sureño y su primer gesto extraterritorial, fue la de elegir el nombre checoslovaco de Neruda. "Quien salió de su tierra sin saber el hondor de su aventura, al desplegar las alas, el mismo no sabía que vuelo era su vuelo" V. Huidobro Breton cita eso de "dime con quien andas y te diré quién eres" Sacar cuentas de con quien ando para saber de quien soy es difícil, cuando mi "promoción" poética se dispersó por el mundo y esta condición es solo el común denominador de algunos poetas: la situación de diáspora. Están en dispersión incluso los que están encerrados: un contexto histórico crítico, represiones, exilio, situaciones límites, causan la expansión, la diáspora física y mental, por lo tanto la dispersión de la escritura. O quizás el retorno al barrio, a alguna territorialidad, a una identidad lingüística otra, que igual ya es cosmopolita, global. Mi objetividad, basada en OTRAS experiencias es coja, en realidad estoy en un proceso subobjetivo. Después de la llamada "promoción emergente" de los 7O, podríamos inventar la "Promoción dispersa" de los 8O, la "promoción retornista" de los 9O etc., con una serie de argumentaciones que agregarían mas paja a lo que en el fondo es un seudo ordenamiento gregario contrario a una experiencia poética que fue siempre individualista. "Los dispersos" pasan a ser cosmopolitas dolorosamente. La confrontación con otros códigos culturales obligan en algún momento a una territorialidad (recuperación de lo nacional o barrial) o a una extraterritorialidad que no significa asimilación. Escribir en español en Francia o Suecia es un doble exilio. El lector o público natural es un getto o está lejos, pero esta cuestión, bien problemática para el poeta pasa a ser secundaria e incluso más, es un estímulo para asumir una soledad necesaria. El "doble exilio", en el punto de un hilado fino, en su más rigurosa poética, obliga a una revisión interior, rompe los esquemas de los años sesenta, del izquierdismo vulgar, (cuya inercia dura los 70, los 80 y hasta hoy). La consecuencia es una reivindicación del sujeto (no el vulgar yoismo). Lo subjetivo ya no es hereje o reaccionario, es incluso la psicoterapia contra el colectivismo decadente. La dialéctica del "diaspórico", si aún es dialéctico, pasa a ser un foquismo, guerrilla interior, continuo y desesperado, en que el medio escritura (poética), es el fin: El proceso es el mensaje. O si existe un objetivo meramente anti-metafisico, este, de todas maneras es alegórico, simbólico. Finalmente lo que te dije, es el punto de apoyo de un universo bricoleáo, o de un universo mutado, que se inventa, y nunca, de un universo nuevo. Esta es la desesperación del poeta, descubrir en la experiencia de la diáspora más bien interior, que el mundo nuevo no existe, que quizás haya que inventarlo en las condiciones absurdas de la dispersión post-debacle. El problema de la traducción pasa a ser otro factor importante en este proceso. Todos estos elementos de la dispersión cambian las condiciones del proceso poético y tienen que cambiar las convenciones críticas y de análisis: Desaparecen las referencias nacionales o hispanoamericanas, la identidad poética es ambigua: reitero, un poema palestino podría ser un texto chileno. Un nuevo extraterritorial quedara en una antología por casualidad, porque llego un libro de él publicado en Francia o en Suecia. Quienes son o no son representativos de la última poesía chilena es un asunto meramente azaroso. En la diáspora y en el "exilio interior" existe de todas maneras una suerte de correo endogámico en que diferentes fans, editores, críticos, o poetas emprendedores, se comunican sus publicaciones y textos. Lo esencial es dar señales de vida. Contra la dispersión están los empeños convocatorios y pequeños territorios literarios: Aquí creo que la mejor consecuencia de la dispersión son ciertas obras concebidas como un Todo. Nadie niega el carácter de hito histórico del aplastamiento de la Unidad Popular en 1973. No existe un solo habitante en ese flaco país que no haya sufrido consecuencias. La poesía después de siempre ha estado marcada por convulsiones. Pero existen poetas marcados por un hito otro que una convulsión social, incluso en Chile o Sudáfrica, y estas excepciones en vez de confirmar la regla, salvarán a la poesía de análisis fáciles. Aunque en Chile hubo un triste hito que va a determinar de una u otra forma las lecturas sacadoras de cuentas, la apreciación de la poesía es de un más amplio espectro, más cuando negamos una tendencia en la poesía actual chilena, como la negamos en la poesía en general. Solo es evidente la convivencia circunstancial de soledades. A la espera vana de más lectores, la poesía debe asumir su soledad, que al fin de cuentas la confirma como la más libre de las expresiones, en un instante de "hoyo negro" del arte en general, industria cultural que le llaman. La poesía tiende a desaparecer dice Paul Celan. Los poetas ya son esos "hombres libros" de "Farenheigh 451", la última resistencia ante "Big Brother". La deshumanización por los emergentes tecnológicos, la neutralización del individuo por una cultura envasada han sido impuestas hasta en la ultima aldea del mundo: la poesía es la última conciencia de "la Galaxia Guttemberg" que se ya se autodestruye. Y esto en Francia, en Sudáfrica o en la quebrada del ají.